Cuando estás de viaje, también suceden cosas que te hacen sentir mal o frustrado, y no creo que esto dependa del tiempo que dure el viaje, sino, más bien es parte de la vida, del día a día, de las expectativas que uno pone sobre las cosas. Nos habían invitado a irnos a Riobamba con ellos y decidimos esa misma noche que sí. Cambiaríamos nuestra ruta pre dibujada y haríamos una curva hacia abajo en un bus repleto de mayores (edad promedio 65 años) que solo esperan disfrutar de cada momento, y lo hacen. Para que me entiendan mejor, el bus que nos había levantado en Los Frailes, se ofreció a llevarnos hasta Riobamba, el mismo día que hubiéramos partido hacia Manta. En nuestras cabezas, dió unos giros la idea y al final elegimos abandonar la costa para adentrarnos a la sierra con ellos. El punto es que teníamos que estar 8.30 hs, y no estuvimos. Y no estaban. Se habían ido. Llegamos tarde. Frustración, llamada atendida por contestador ridículo y mucho enojo. Habíamos hecho todo bien, salvo, llegar 10 minutos tarde. Nos confiamos. Así se aprende, no? la puntualidad es importante. El destino no te espera.
Como si el calor matutino, el enfado y la impotencia no fueran suficiente… un alacrán se esconde en la espalda de la mochila de Nacho! Toda la escena se vuelve inverocímil, ya casi roza lo bizarro: llegamos tarde al bus de la tercera edad y un alacrán no quiere salir de la mochila, nuestras caras de enojados quieren reírse y nuestro equipaje parece el de la película “Mas barato por docena”. Cosas que pasan en los viajes. 🙂
Manta fue el destino elegido, pero seguimos de largo ni bien lo pisamos. No estábamos de humor para una ciudad grande. Hay que estar bien predispuesto para sobrevivir a las inevitables situaciones (bocinazos, muchos autos, edificios gigantes, mucha gente) que ofrece un lugar así y aún no lo estábamos. Seguíamos enfadados, intentando dejarlo atrás y empezando a mirar el momento con más cariño, por algo estábamos ahí y no en Riombamba, los giros de la ruta nos habían traído hasta acá por algo, pensábamos. En ese mismo instante, Canoa brilló en el mapa, para quedarse guardada en nuestra ruta como la próxima parada.
Luego de varios buses apretados, llegamos a arena firme al mediodía. Poco a poco el aire de mar nos fue devolviendo la sonrisa y con ella la fuerza para armar la carpa. Parece ser que la vida en la costa es más simple y barata, como nos contó un pescador en la playa. Me permito agregar, que es simple, más barata, relajada y fresca. Justo, lo que el médico nos recetó para la frustración.
Desde Puerto López, se toma un bus en la Terminal Terrestre hasta Manta. De ahí, uno directo a Canoa o bien a Bahía y luego a Canoa (total $9). Desde Manta, se toma un bus directo por $4. Desde Quito hay buses directos y viceversa ($11). Se venís de Pedernales hay bus directo y desde Santo Domingo también. Es un punto turístico bastante concurrido por los locales, por lo que está bien conectado por transporte público con el resto de las ciudades.
Si venís en auto, y estás haciendo la Ruta del Sol, te la vas a cruzar en el camino y te recomiendo parar el motor unos días.
Podés llegar a dedo tranquilamente, mucha gente viene hacia Canoa, sobre todo, los fines de semana y feriados.
Qué hacer?
– Playa.
El pequeño pueblo goza de una gran extensión de arena. Bordeada por cerros y de olas suaves, ofrece una situación especial para el relax. Lo único lamentable es la suciedad que la misma gente abandona en el lugar y es arrastrada por las mareas, para depositarse en la orilla. Pero hay zonas mas limpias, perfectas para acomodarse a descansar. Una buena idea es caminar de una punta a la otra, en busca de cangrejos y caracoles de varios colores, si encontrás un Spondylus serás suertudo. Se alquilarn carpas y sombrillas. Además, supimos que si recolectás en una bolsa, basura de plástico de la playa, te ganás un trago en un bar, una buena iniciativa, que intenta limpiar el paisaje y concientizar.
– Surf & Bodyboard
Es un lugar ideal para aprender alguno de estos deportes acuáticos, porque las olas son amables con los principiantes. Hay docenas de tablas en alquiler, varios profesores ofreciendo clases en la misma playa y algunos locales en la parte norte del pueblo, que se dedican con exclusividad a alquilar, vender y enseñar todo lo necesario para una experiencia fabulosa.
– El pueblo.
Calles de arena, restaurantes coloridos, un malecón que huele a mariscos y casas revestidas con caña de bambú, hacen de Canoa un pueblito acojedor, cálido y sensible. Con aire surfista, varios murales que acentúan ideas firmes, una pequeña feria artesanal que desemboca en la playa, comedores con techo de hojas de palmera y pescadores que traen camarones al por mayor, el pueblo se sitúa en la lista de imperdibles de La Ruta del Sol. Lo bautizamos slow motion por la velocidad con que se vive, ideal para los que gustan de la tranquilidad.
– El malecón.
Un paseo para disfrutar comiendo. Podés desayunar, almorzar, merendar y cenar en cualquiera de los bares y locales que ofrecen variedad de platos costeños y otras cosas ricas. Lo mágico es la vista y el lugar, estás en la playa, viendo el mar, comiendo un ceviche ecuatoriano.
– La noche.
Los fines de semana, los bares abren sus puertas al atardecer, para los que aún no quieren irse a dormir. Hay fiesta sonora, con música que se mezcla saliendo de parlantes gigantes en pleno malecón. La salsa, el reggaetón y un poco de electrónica crean un nuevo sonido, es la fiesta de Canoa. Los tragos van y vienen con el 2×1 y la noche termina temprano, respetando el slow motion. 😉
Qué comer?
Arroz marinero ($8 un plato abundante que compartimos y no pudimos terminar, nos llevamos las sobras). Tiene una base de arroz con calamares, camarones, pescado y todo con sabor ecuatoriano, acompañado de plátano maduro frito, exquisito! Nosotros lo comimos en el restaurante que está en una esquina, bien iluminado, en la especie de claro que se forma en el centro, está revestido de caña de bambú, lo vas a ver, preguntá por Lázaro, el cubano más vendedor del pueblo.
Todo lo que se refiere a mariscos (conchas marineras, camarones apanados, calamares fritos) es siempre recomendado, ya que estás en la costa y todo está recién salido del mar. En el Malecón conseguís de todo: desde bolones de verde ($1,5) hasta encebollados y spaguettis ($3,5). Tenés comedores de todo tipo: hay un camioncito amarillo que vende Shawarma, choripán, hotdog, a precios que no suben de los $3 y Pizzerías estilo italiano (una grande de muzza $9), además de un bar estilo estadounidense que ofrece comidas bien típicas de su país, para los que extrañan las burguer ($6). Además se ofrecen tostados de queso ($1,5), jugos, meriendas completas y desayunos americanos ($4).
Si sos de cocinar, te recomiendo comprar tus propios langostinos y sartenearlos vos mismo, acompañados con arroz son una delicia. Hay una especie de supermercado que ofrece lo necesario para varios días de cocina, pero no hay mercado :(. Igual se consiguen verduras básicas y frutas en una verdulería. Para comprar pescado o langostinos, te vas a la playa directamente y te acercás a alguna de las lanchas cuando llegan de pescar, te lo venden directo por $3 la libra (450 grs.).
Dónde dormir?
– Hospedaje ($4 a $18)
Por ser un pueblito turístico está preparado para recibir a mucha gente. Hay hospedajes para todos los bolsillos: una habitación en casa de local ($4), Hostel ($6 a $10), Hostería ($15 a $18). Es muy fácil recorrer el pueblo buscando hospedaje, y preguntando, se consiguen los mejores precios. No te recomiendo reservar, salvo en temporada alta. Siempre es mejor negociar directamente con el encargado o dueño un precio mas conveniente. Vimos unos pocos hoteles de alto nivel, pero que aún no consiguen el nivel que muchos exigen. Así que, venir a Canoa, implica acomodarse en lo simple, sentirse cómodo con lo justo.
– Camping. ($3)
Hay al menos 3. Uno a una cuadra de la playa, otro a dos y otro a tres. Así como lo leíste, están todos muy cerca, así que andá, chusmealos y elegí. Son parecidos en cuanto a servicios ofrecidos, pero distintos en la onda. Nosotros nos quedamos en La Iguana, techado, con cocina básica (sin heladera), wifi y ducha fresquita. A 1 cuadra de la playa, súper cómodo y tranquilo. Los valores rondan los $3 la noche x persona y el clima es ideal para acampar. Traete carpa con mosquitero bien fresquita y vas a estar de diez.
– Un dato muy importante a tener en cuenta es que en todo el pueblo NO HAY AGUA CORRIENTE. Así que no bebas de la canilla, ni cocines con el agua que sale del grifo. Lo que hace todo el mundo es comprar agua potabilizada en bidones que vienen de hasta 20 litros y cocinar y tomar de ahí. Nosotros compramos uno de esos de 20 y nos alcanzó perfecto para los 4 días que estuvimos ahí. El sistema es así: comprás un bidón por $6, y cuando lo devolvés vacío te retornan $5, así que los 20 litros de agua te cuestan $1.
– Repelente es necesario y protector solar alto también.
– En temporada alta, fines de semana, carnaval y feriados, suele llenarse, así que te recomiendo reservar hospedaje.
Los precios y valores expresados corresponden al mes de junio del año 2015. Pueden variar.
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Qué bueno chicos…me siento que estoy viajando!!sigan escribiendo….abrazo.